Artículo de Enrique Alcina en el Diario de Cádiz
Fernando Lobo descubrió la poesía merced a Paco Ibáñez y a los discos de Serrat y Silvio Rodríguez que ponía su madre. Luego imaginó las ricas imágenes de Pablo Guerrero y su incansable mente puso música invisible a Lorca, Benedetti, Galeano y a su poeta vivo favorito, Carlos Edmundo de Ory. Cantautor de cultura audiovisual heterogénea, músico ecléctico, artista de largo recorrido, licenciado en Historia, veintiocho años cumplidos con ironía: "Cogí una depresión en mi cumpleaños, pues ya no podré componer Little Wing de Jimi Hendrix". Alude así a la maldición rockera de los veintisiete tacos. La generación de los veintisiete. Curiosamente, Fernando Lobo conoció uno de sus grupos favoritos, los todavía revolucionarios Smash, gracias a un libro de Luis Clemente. "Fue en Quorum, vi a un loco con un pedazo de sitar y me quedé prendado". Se refiere al gran músico sevillano Gualberto, claro, y lanza un guiño al desaparecido Julio Matito en forma de dicatoria en su disco "Vengo", un álbum autoeditado que refleja las inquietudes del autor: buenas letras, rock, folk, jazz, blues, boleros. "Mis canciones no se parecen. Hago lo que me gustaría oír".
Hoy, con motivo de la Feria del Libro de Jerez, la música de Fernando Lobo seguirá a la palabra. El cantautor gaditano actuará en la sala Compañía a las nueve de la noche. Un par de horas antes, la literatura y el rock argumentarán el debate que entablarán dos músicos de categoría, José Ignacio Lapido y Pepe Roca, y en crítico musical, Luis Clemente: líderes de 091 y Alameda y el autor de numerosos títulos sobre rock andaluz. Lapido, uno de los escritores musicales más inspirados de este rincón de la Pîel de Toro, trae bajo el brazo nuevo disco y se halla a punto de emprender una nueva gira. La mesa redonda tendrá lugar en el Cabildo Viejo. Impregnado de numerosos hitos de la cultura de masas, y pese a su juventud, Fernando Lobo se sorprendió a sí mismo, siendo aún un imberbe, luciendo tupé de Elvis, canturreando las piezas melódicas de los Beach Boys mientras sus colegas rompían flequillos jevis al aire. Fernando reinventó a los Beatles con los discos azul y rojo, se adentró en los entresijos del festival de Woodstock, viajó con la mente, y luego físicamente, a la América profunda, y a Nicaragua, se nutrió de la historia del rock escrita por Salvador, y plasmada en dos enormes volúmenes, y comprobó, también entre bromas y veras, que "está científicamente comprobado que la música no ha dado nada más desde el año 75", eslogan acuñado por Homer Simpson que suele emplear Fernando junto a su hermano Ignacio, con quien comparte una actividad paralela, el Duo Deno Friki Show, a punto de editar maqueta surrealista.
Huyendo del tópico, Lobo sabe que ya no cuadran las frases hechas, que los cantautores ya no se asocian a "cosas casposas o a músicas limitadas con el mensaje por delante". Fernando disfruta de cantautores sin etiquetas como Neil Young o Javier Ruibal, por citar dos ejemplos equidistantes. "A todo el mundo le digo lo mismo: ve a ver a Ruibal, te cambiará la vida". Y además de verdad. La simbiosis exquisita de sones y letras por antonomasia. La música de Fernando contiene algunos de los elementos sugeridos y muchos más, y la literatura del rock se escribe a diario.
Lapido, que hoy hablará de su relación con las letras, se antoja uno de los letristas más brillantes del panorama actual hispano. En otro tiempo y en otro lugar, sería una leyenda viva del rock en español. Corren tiempos chungos para la lírica. Fernando Lobo es consiciente de ello, por eso ni siquiera intentó editar su disco a través de un sello oficial; lo hizo por su cuenta y riesgo porque "la industria es un mundo muy lejano para mí. Hay mucho público, muchos artistas de categoría, pero las discográficas no lo ven". Amén de que vertiginosa evolución del soporte fonográfico ha modificado incluso la conjugación de verbos. Ya no se compran discos; se bajan.
Abril 08, Cultura (Diario de Cádiz)